Una batalla por amor

Todo llena, cualquier cosa o persona que nos haga sentir bien, llena.

En un mundo lleno de tan poca empatía y mucha falsedad, es completamente difícil verse al espejo y sentirse llene, o incluso salir de casa sin la necesidad de tener un breve encuentro con un espejo, los ojos suelen darnos un golpe cada que vemos y duele, porque aunque sea momentáneo queda marca de ello, invisiblemente en la parte que vimos con tristeza o rechazo. Así queramos cambiar o mejorar algun aspecto físico o mental de nuestra vida lleva un procedimiento que contiene sacrificios, y no lo son en su totalidad, pero es muy difícil dejar algo de lo que ya estamos acostumbrados, recibir con total voluntad un cambio rutinario de hábitos distintos a los que estabamos acostumbrados o con lo que hemos crecido, y eso duele.

Acostumbrados también estamos de ver aquí y allá, atrás y adelante de cada quien creyendo tener poder sobre cualquier persona como la tenemos con la nuestra propia, y esa poca empatía estanca a muchas personas a ir donde quieren ir, y aunque suene fantasía eso deja a las personas en el punto donde nos atrevimos a utilizar nuestros ojos y hablar antipáticamente. Es momento de dejar que lo de ayer estorbe a un gran paso, y lo que un dia fuimos, saber que no lo somos más, y que nadie opine o sera mejor que sea ignorado, porque; que a una persona no le agrada lo que haces, seguramente a una gran multitud si, al final el mejor apoyo que se puede dar es mantenernos callados, porque lo que no ayuda, estanca y la vida es una batalla por la que tenemos que luchar con manos y armas, mente y corazón y soldado que no aporta debe ser expulsado del escuadrón.

No importa lo que hagamos, como lo hagamos, al final solo cada uno de nosotros sabemos cuanto hemos trabajado para llegar a donde queremos llegar o en donde ya estamos, valor requiere valor, y se empieza desde que se trabaja, así que antes de poner en acción nuestro sinhueso y traer lo que no se puede olvidar, recordemos que lograr no recordar eso nos ha llevado una lucha constante, día y noche, lágrimas y arrepentimientos, miedos y angustias, amor y perdón, porque el tiempo sigue y es el mejor ejemplo para entender que las agujas del reloj no se mantienen en un solo lugar.

Aprendamos a dar amor, callados y ausentes de lo que no nos concierne, y a aprender a llenar sacando o metiendo, pero a llenar solamente.

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