Hoy te extrañé, en realidad, extreñé tu existencia, tu disponibilidad de estar siempre, extrañé tus brazos para consolarme y no sentirme sola. Creo que no te extrañé.
Admito que extraño las notificaciones a primera hora de mis mañanas, también aquel beso que me hacía saber que había alguien esperando por mí.
No tenías mucho para dar, pero tenía lo que necesitaba, no eras vos, era lo que encontraba en tu presencia. Qué fueras capaz de llenarme en la ausencia, y hacerme sonreír en la lejanía de nuestros pensamientos, era lo que amaba.
No estábamos enamorados, estábamos llenos de lo que tanto deseábamos, atención, un par de oídos y una compañía con quien compartir el desayuno, alguna razón para dormir confortable y una razón para despertar feliz.
Fuimos adultos en vidas aburridas que deseaban encontrar paz en un par de minutos ruidosos y en citas a restaurantes, y compartir un motivo para el combo grande de palomitas en el cine, algo que sostuviera una mano izquierda en unos kilometros de caminata.
Necesitábamos motivación a seguir vivos, y unas sonrisas para vivir, necesitábamos motivos para ser la envidia de la gente.
Te necesitaba para estar bien y vos me necesitabas para sentirte suficiente, es importante entenderlo para poder continuar en este aburrimiento y no sentirme culpable de haberte perdido, para qur vos y tu actual amor estén emocionalmente bien.
Aún seguís siendo un motivo para continuar la vida como lo que es, y tal vez yo aún sea la tuya, ¡y qué bien! que aprendimos a entender lo que la vida significa, siendo o no lo que queremos.
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