Paré de esconderme. Porque sí.
Porque ¿de quién me escondo? ¿A quién le perjudica? ¿A qué le temo?
Hice un alto, a las palabras incómodas, porque no tengo un porqué, para recibirlas como si no afectaran.
Guardé las sonrisas, esas que no quiero dar; esas que me han dicho que debo soltar, porque es lo que una mujer "debe" hacer.
Soy grosera y malhumorada, y seria. Soy egoista e imponente.
Digo NO cuando quiero, y olvido como ser sumisa. Mantengo la mirada y la sostengo hasta el final. Mi frente erguida con orgullo de ser.
Voy con el viento contra la cara. Sin pena a ser como me da la gana. Abro la boca y dejo mi lengua actuar; sin temor, ni vergüenza a lo que me apetezca hablar.
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